viernes, 15 de enero de 2010

Cuentos bonitos

Hace poco una amiga me dijo: "Ya no escribes nada bonito, solo vulgaridades". Desconozco si en mi vida he escrito algo realmente bonito, pero le contesté con un: "La gente ya no quiere leer nada bonito. Las personas se cansan del romanticismo; al principio lo acogen con una sonrisa pero al poco tiempo lo acaban desechando por resultar algo poco práctico y empalagoso". Bueno, le dije eso como le podría haber dicho cualquier otra chorrada, porque lo cierto es que solo escribo prosa lírica cuando algo o alguien me motiva... o cuando a alguien le motiva... pero hace mucho tiempo que no descubro brillo en los ojos de las personas a las que he regalado un conjunto de palabras.
A todo esto que anoche me fuí a cenar con una chica que conocí hace poco. La conocí como se suele conocer a la gente, de casualidad; ella: dependienta simpática en una tienda de cómics, y yo: con un día jovial y parlanchín. No recuerdo exactamente como transcurrió la conversación, pero acabamos quedando para cenar, justo una semana después, en un restaurante de una población intermedia.
La velada transcurrió de manera casi perfecta. Yo, que si escribo y ella, que si lee. Yo, que si me encanta leer cuentos a mis compañeras de cama y ella, que si le encanta que le susurren historias al oido. Yo, que si vino negro, ella que si también. Yo, que si me apasiona viajar y ella, que si su hermana tiene una agencia. De repente, y en medio de un postre de chocolate, se cambian las tornas: ella, que si le encanta el sexo en la primera cita y yo, que casi le hago repetir la frase porque no doy crédito a mi noche de suerte. ¡Me faltó tiempo para pedir los cafés y la cuenta!
Cuando salimos del local, la chica que me rodea el cuello con sus brazos, me mira a los ojos, y me dice: "¿Te gusto?". "¡Joder que sí!", pienso; "¿No te basta con mirarme a los ojos para hallar la respuesta?", le digo. Conseguí que sonriera, pero no que me besara. En lugar de eso, dijo algo que por nada del mundo estaba aguardando: "Tengo que decirte una cosa, pero antes de hacerlo quiero que pienses en lo bien que hemos conectado, en lo bien que lo hemos pasado esta noche, en lo que me acabas de contestar. Por favor, no te asustes, pero yo antes era un hombre. Bueno... en realidad sigo teniendo una parte física que me delata". Silencio.
¿Qué sucedió a partir de entonces? A ti no te lo voy a contar, diario, porque todavía no somos amigos. Y ahora te dejo, que me apetece escribir algo diferente, algo más lírico. Quizá, un cuento bonito... y luego, dormir un poco.

5 comentarios:

  1. quizá tampoco te va a apetecer sentarte durante una semana...(y esto es lo más lírico que me vas a sacar)

    ResponderEliminar
  2. jajajaja Jorge!
    Más que una media naranja era un medio plátano?

    ResponderEliminar
  3. yo doy fé que sabes que existen los cuentos bonitos, y doy fé que lso escribes, y doy fé que los lees susurrando al oido..
    PERO ES ALGO DE LOQ UE A TI NO TE GUSTA HABLAR, Y MUCHO ENOS ESCRIBIR. PERO ESE SERA TU ENCANTO, SIEMPRE, PARA MI. TU HADA.

    ResponderEliminar
  4. Menos mal que llevaba el casco18 de enero de 2010, 10:15

    La vulgaridad es bonita. Yo cada enero me enamoro de alguien en las rebajas del corte inglés. Porque nada mejor que el amor después de compartir unas buenas ostias por un jersey acolchao caqui a 9,95.

    ResponderEliminar
  5. No entiendo por que te pusiste así... cariño. jejeje

    ResponderEliminar