domingo, 6 de febrero de 2011

Exposición

¡Yuhu! Que contento y dichoso me puedo considerar. La alegría ha engordado mi corazón esta semana. ¡Si hasta me salió un bulto! Aunque coincidiendo, curiosamente, con que ese día llevaba el paquete de Lucky en el bolsillo de la chaqueta. En fin, que toda esta euforia proviene de un solo hecho: mis jefes (porque aunque tengo uno directo siempre hay más por encima de este y todos se merecen la misma consideración y admiración) decidieron ampliar mi campo de acción sumándole al terreno musical el de las artes visuales. ¿Qué cuales son estas? Pues supongo que muchas pero a mí me reservaron una exposición amateur. “Una exposición visual, musical y literaria” rezaba la leyenda. ¡Coño! Juguete completo, juguete Comansi. Así que pasaría de infiltrarme entre una masa de alternativos auténticos con olor a perfumes caros y camisetas de diseño exclusivo multitudinario, a codearme con una marea de modernos con inquietudes alternativas auténticas con olor a perfumes caros y chapas de diseño exclusivo multitudinario. Dichoso me siento de que se vuelva a tener en consideración mi trayectoria periodística en la redacción.

En fin, que como uno pese a sus principios también tiene hipoteca y recibos domiciliados, me presenté en el lugar indicado, a la hora indicada y con la actitud indicada. Días antes me habían pasado el dossier de prensa; como buen profesional me lo miré, aunque pienso que tampoco hubiese estado de más leerlo. Seguramente, de haberlo hecho, habría ido un poco más preparado para lo que allí me encontraría. Bueno, reconozco que lo primero que me encontré fue el catering. Al instante mi curiosidad cultural se centró en la tortilla de patatas, los canapés de hojaldre y los vasos de plástico medio vacíos, medio llenos, de cava.

Tras saciar mi hambre y mi sed de cultura, me coloqué ante la presencia de unos recién llegados y estos me arrastraron hacia el interior de la sala de exposiciones, empleando mi cuerpo como un improvisado ariete con el que abrirse paso entre chalecos de H&M y blusas piratasdelcaribe de Punto Blanco.

¡Hala! Pues ya estaba en mitad de la sala de exposiciones. Ahora todo era cuestión de deambular por allí y disfrutar de las obras. Mola esto de las inauguraciones, sobretodo en las que doscientas personas se concentran en un espacio de veinte metros cuadrados. No sé porqué, pero en aquel momento me acordé de alguna viñeta de Ibáñez mostrando el interior de un autobús o el piso de la casera que alquilaba habitaciones en 13 Rue del Percebe. Solo que en las viñetas no había música pero en esta exposición “…Visual, Musical…” parece ser que sí. Y reitero lo de “parece ser” porque supongo que tras las proclamas de egocentrismo de las modernos y las modernas allí presentes sonaría algo; y ese algo debió ser música; por lo que ponía en el cartel, en el flyer y en el tríptico.

Llegados a este punto de mi confesión al diario, he de reconocer que mis conocimientos de arte tienen la misma base que mis conocimientos de historia mesopotámica. Ahora prosigo: Lo primero que me encontré fue un retrete repleto de revistas del corazón junto a un texto que explicaba noséquepollas de la cultura vomitiva. “Muy sutiles”, pensé, tanto como una ventosidad para reflejar un problema de gases en el estómago. A su lado un texto, la parte literaria sin dudad de: “…Visual, Musical y Literaria”. Lo leí, ¡en serio!, palabra. En parte por curiosidad, en parte porque me encontraba atrapado entre una barriga con gafas de pasta y unas tetas con cirugía de pasta. Cuando llegué al punto y final pensé que el autor del mismo debía ser un genio superdotado con un conocimiento sobre el sentido de la existencia que se encontraba a años luz del resto de los mortales; y es que, aquel texto, era tan imposible de entender que, seguro, pertenecía a una inteligencia superior, no humana, superlativa.

Por suerte, la barriga y las tetas se incrustaron a babor y estribor de mi cuerpo, desplazándome de obra en obra, y tiro porque me toca. A medida que recorría ilustraciones y textos mi admiración por los autores se disparaba hasta límites insospechados; para ellos, claro. Los dibujos eran trazos unicolor realizados, seguramente, mediante un boli o rotulador negro, convirtiendo a los mismos en espirales idénticas de tonalidades monocromáticas. O sea, que me recordaban a los garabatos que hace mi compañero Matías en su bloc durante los monólogos pronunciados en sus reuniones por nuestro jefe de redacción. Acompañando a estos, más textos incomprensibles donde las palabras: “eyacular”, “ramera” o “violación” se repetían en diferentes combinaciones de frases que continuaban resultando incomprensibles. Fue entonces cuando comprendí que este genio literario, cuyo intelecto resulta incomprensible para la vulgaridad de los mortales, debía: o bien ser un obseso sexual, o una máquina de follar o un frustrado ante el sexo femenino. Cuando las barriga y las tetas decidieron dar por finalizado el recorrido “…Visual, Musical y Literario” descarté la opción de “máquina de follar"; incluso estuve a punto de descartar por completo la palabra “follar”. Porque, pese a que sigo reiterando mi falta de conocimientos en el campo del arte, me pareció descubrir en el conjunto de la obra que mucho hablar de follar, de libertad y de esencia animal y creo el escritor y la ilustradora no habían pegado un polvo entre ellos en su vida. Entonces fue cuando me pareció comprender la exposición.
Parece ser que luego salieron los autores hablando, incluso hubo música en directo, pero para entonces mi empacho cultural había acabado resultando tal que ya me encontraba en un tugurio de la zona ingiriendo quintos sin parar con la semifinal de la Copa del Rey de fondo. Y fue cuando me acordé de la frase: “Yo no entiendo de arte pero sé lo que me gusta”. Y casi me atraganto celebrando el primero de los goles de un equipo al que nunca había prestado especial atención.