martes, 2 de febrero de 2010

El deporte es salud

Como ahora dispongo de más tiempo libre del que puedo dilapidar con mi haraganería literaria, he decidido recuperar una vieja costumbre de adolescencia: el deporte.
La vida nocturna y los excesos han llegado a mermar mi masa muscular pero, paradójicamente, han producido un aspecto antiestético en mi estómago. No es que haya tenido nunca la deseada tableta de chocolate, ya que siempre he sido más de terreno irregular, pero sí que me podía poner camisetas de superhéroes sin que las piernas de estos ofreciesen un aspecto de relieve.
Bueno, he de reconocer que esta sana iniciativa no responde solo a la ociosidad de mis musas sino que, como ahora la vida emo-sexual (que no homo) parece haberse apiadado de mí, pues a uno le surge la tontería esa de mejorar su aspecto para hacer feliz a una segunda persona. Algo así como actúan los jefes cuando lucen para el resto sus trajes de Armani.
Lo primero que hice tras tomar la determinación fue descartar los deportes de equipo, pues mis principios no me permiten intercambiar sudor ni otras emanaciones corporales con individuos de la misma especie fuera del sexo. Lo segundo, gastarme una cantidad dolorosa de euros en un chándal ajustado, una camiseta sin mangas para lucir tatuaje, unas deportivas supercompletas, cuya vida de la suela va a sobrepasar de manera la mía, un Ipod, kit de guantes y bufanda, y unas gafas de sol estilizadas. Reconozco que, a priori, puede resultar un poco ostentoso pero no se trata más que de una inversión. ¡Y la motivación es muy importante! Así que, como me conozco, sé que si salgo a correr con el bañador de listones laterales, las Chuck Taylor y la camiseta de J&B, el sentido de la estética va a romper la concentración requerida para generar zancadas sobre el asfalto.
Total, que ayer salí a correr por mi barrio por vez primera tras 20 años de inactividad. ¡Y la cosa fue mucho mejor de lo que esperaba! Todavía estoy en forma y eso me reconforta como hombre, como humano y como reinserto social. ¡Tres minutos de carrera continua! Ah, y además a un ritmo casi frenético; o al menos así le pareció a mi corazón y a mis pulmones. Tras ello, un merecido descanso en el bar de al lado de casa, realizando triplete de quintos por el rollo de la deshidratación.
Ahora que lo he cogido con ganas no pienso dejarlo más que los días de Champions, los que no tenga otra cita más importante, los que sean demasiado fríos, los que sean demasiado cálidos, los que no oscurezca demasiado pronto, los que no haya demasiados vecinos por la calle que puedan verme sudar, ni las tardes que llegue cansado. Hoy estoy motivado, y ya tengo ganas de volver a lanzarme a la calle emulando al mejor recuerdo de Ben Johnson. Y si ayer fueron tres, seguro que hoy serán cinco. A los quintos me refiero.

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